La Congregación de las Religiosas de Jesús Redentor fue fundada en
Francia a finales del siglo XIX, por Victorine Le Dieu quien, atraída
por el amor infinito de Dios hecho don en la eucaristía, descubrió la
llamada a colaborar con Cristo en la obra de la Redención.
La Eucaristía centro y culmen de toda vida cristiana fue el motor y la
idea central llenaba el corazón de Victorine le Dieu; pasaba largas
horas en adoración; sólo profundizando en la vida eucarística podría
llegar a ser también ella eucaristía para los hermanos, pan partido que
se ofrece para responder al hambre de la humanidad: hambre de Dios,
hambre de libertad..., pero sobretodo se sentirá fuertemente cuestionada
por el hambre de amor y de dignidad que sufren muchos hermanos
marginados, disgregados, que no gozan de ningún respeto por parte de la
sociedad.
Victorine vivió en Francia apenas terminada la Revolución que había
alterado profundamente la nación dejando consecuencias inevitables:
indiferentismo religioso, anticlericalismo, pobreza, niños abandonados,
disgregación en la sociedad..., toda una gama de situaciones que la
interpelaron profundamente suscitando en ella la necesidad de "una inmensa reparación".
Reparar,
reconciliar a los hombres consigo mismos, con Dios, entre ellos,
reconstruir la unidad en el amor, servir a los hermanos, particularmente
aquellos disgregados por el pecado, la marginación, la pobreza, fueron
los grandes valores por los cuales empeñó toda su existencia.
Dificultades, incomprensiones, desengaños, contrariedades se cruzaron
continuamente en su camino, pero Victorine no se rindió. Llevaba en el
corazón un gran ideal: "trabajar con Jesús Redentor y María Reconciliadora por la salvación del mundo".
La Eucaristía era el centro de su vida:
punto constante de referencia que daba sentido a su ideal, el
sacramento del amor de Dios que restablece la unidad en todo lo que está
quebrado, herido, roto. De la celebración y adoración de este gran
misterio ella tomaba la fuerza para vivir su misión en la Iglesia y en
el mundo: con Cristo Redentor, por Él y en Él la humanidad entera es
reconducida al Padre en la fuerza del Espíritu y así es introducida en
la Comunión Trinitaria, Misterio insondable de Amor.
Victorine quiso ser madre de aquellos niños abandonados por los
hombres, pero que nunca son olvidados por el buen Padre Dios. La
maternidad espiritual se convierte así en el eje de una pedagogía
íntimamente ligada al espíritu de reparación. Educar es amar con la profundidad que sólo una madre puede comprender.
En este sentido Victorine se adelantaba a los tiempos al acoger
preferentemente a los niños, sin distinción de sexo, religión o de raza,
asegurándoles los cuidados necesarios para una educación integral.
Su opción por el mundo rural surge de la necesidad de concretar su
carisma abriéndose a nuevas formas de apostolado y teniendo presente las
posibilidades reales de hacer opciones claras por los pobres, los
pequeños y todos aquellos heridos en el cuerpo o en el espíritu para que
redescubran y realicen su dignidad humana y cristiana, según reza en su
Regla de Vida.
La congregación en la actualidad:
Hoy en día, la Congregación de las Religiosas de Jesús Redentor vive la
misión de reconciliación y reparación en España, Italia, Colombia,
Francia, Romanía, Nigeria y El Congo estando presentes entre los niños
abandonados, explotados y maltratados, entre los marginados por
cualquier situación, en la cárcel, en las casas de oración, en las
misiones, en la educación y abiertas a todo sufrimiento que desfigura el
rostro de Cristo en los hermanos.
Esta misión la desempeña la congregación mediante las siguientes tareas:
- Asistencia
a niños maltratados, explotados, marginados "víctimas inocentes de una
sociedad que con frecuencia les rompe los lazos fundamentales del amor,
por lo que se ven obligados a conocer muy precozmente el amargo camino
de la marginación".
- Presencia entre las personas que están en las cárceles para reconstruir su humanidad en Cristo.
- Casas
de acogida "para salvar o al menos alejar del mal a las almas privadas
de medios morales y materiales, que con frecuencia caen o se precipitan
en el mal porque no encuentran un cobijo, un consejo amigo..." (De los
escritos de la Fundadora).
- Apostolado entre las jóvenes que se encuentran en las calles, nuevas esclavas de nuestra sociedad.
- Casas
de oración, lugares de paz, de contemplación, de profecía donde cada
persona puede reencontrarse para descubrir y profundizar en los valores
fundamentales del evangelio.
- Centros de educación para niños y jóvenes; y en la pastoral para colaborar en la construcción de la civilización del amor.
- Ecumenismo a través del diálogo y de un camino espiritual con los hermanos ortodoxos.
- Misiones en América latina, Romanía, Nigeria, El Congo?
La Congregación permanece a la escucha de las necesidades del mundo y
del hombre que sufre, intentando discernir el modo de encarnar su misión
según los tiempos, los lugares, las circunstancias:
"Escucha el grito de los pobres... Comparte con ellos su suerte... Participa en sus sufrimientos..." (Regla de Vida)